¿Qué tendrá que ver el número de kilómetros que hay entre un punto y otro, y si queda mucho o poco, y si he hecho planes o no (por cierto, planes ¿de qué?), y si me esperan o no, y si dije o dejé de decir y qué me dirán si no hago lo que dije?
Es que ahí están todos los males y todos los fracasos.
Que soy marathoniano, ¿y qué? Voy a caminar en pos de una ilusión, no voy a demostrarme nada que no sepa, y en todo caso, voy a descubrir que soy capaz de luchar por mis sueños, pero en la más absoluta intimidad, sólo me compete a mí.
Que no voy a cumplir con mis objetivos, y los he hecho públicos, ¿y qué? Lo que me importa es sentirme bien conmigo mismo, ¿a quién más que a mí le incumbe nada de ésto? ¿soy más o mejor por cumplir unos plazos hechos desde el desconocimiento y la ignorancia más supina sobre aquéllo a lo que me enfrentaba? Pues eso.
Que la persona que me acompaña va como una moto y yo no puedo seguirla, ¿y qué? Pues sigue tú que no es mi paso, ni mi momento, ni mi ocasión. ¿Por eso voy a perderte, por eso me vas a considerar mal o fracasado?
Que la persona que me acompaña no puede con su alma y se está destrozando, pues me detengo, la ayudo, y si hay que dejarlo todo, se deja, ¿y qué? Con eso demuestro mi cariño hacia esa persona, ayudándola y aparcando mis proyectos, miel sobre hojuelas...
¡Qué bendición es dudar, equivocarse, no saber lo que te espera ni dónde acabará el día! ¡Qué gran diferencia con lo absolutamente cuadriculado, planificado... a menudo incluso por los demás, por las supuestas guías y sus "etapas", por los que se atreven a cuadricular el caminar de los demás con sus "sabios" consejos de qué hacer, dónde ir, dónde comer y dónde dormir.
Hoy hace menos de una semana volví a sentir las benditas cosquillas de la duda e incluso del miedo al no estar seguro ni de lejos de si iba a llegar, de si iba a estar abierto, de si...
Es que ahí están todos los males y todos los fracasos.
Que soy marathoniano, ¿y qué? Voy a caminar en pos de una ilusión, no voy a demostrarme nada que no sepa, y en todo caso, voy a descubrir que soy capaz de luchar por mis sueños, pero en la más absoluta intimidad, sólo me compete a mí.
Que no voy a cumplir con mis objetivos, y los he hecho públicos, ¿y qué? Lo que me importa es sentirme bien conmigo mismo, ¿a quién más que a mí le incumbe nada de ésto? ¿soy más o mejor por cumplir unos plazos hechos desde el desconocimiento y la ignorancia más supina sobre aquéllo a lo que me enfrentaba? Pues eso.
Que la persona que me acompaña va como una moto y yo no puedo seguirla, ¿y qué? Pues sigue tú que no es mi paso, ni mi momento, ni mi ocasión. ¿Por eso voy a perderte, por eso me vas a considerar mal o fracasado?
Que la persona que me acompaña no puede con su alma y se está destrozando, pues me detengo, la ayudo, y si hay que dejarlo todo, se deja, ¿y qué? Con eso demuestro mi cariño hacia esa persona, ayudándola y aparcando mis proyectos, miel sobre hojuelas...
¡Qué bendición es dudar, equivocarse, no saber lo que te espera ni dónde acabará el día! ¡Qué gran diferencia con lo absolutamente cuadriculado, planificado... a menudo incluso por los demás, por las supuestas guías y sus "etapas", por los que se atreven a cuadricular el caminar de los demás con sus "sabios" consejos de qué hacer, dónde ir, dónde comer y dónde dormir.
Hoy hace menos de una semana volví a sentir las benditas cosquillas de la duda e incluso del miedo al no estar seguro ni de lejos de si iba a llegar, de si iba a estar abierto, de si...
Fue entre Astorga y Sta. Catalina de Somoza, camino recorrido decenas de veces, conocida cada piedra, cada arbusto... y se me hizo de noche, y volví a sentir zozobra por lo que me esperaba, y llegué cansado, aterido, desconfiado, deseperanzado... y feliz, porque eso era caminar como yo lo he hecho siempre, siguiendo a mi corazón, no a la razón...
Esa incertidumbre, esa duda, ese cosquilleo no tienen precio... son lo más agradecido de cada camino.
Porque caminar es sentirse, vivirse, reconocerse. Porque el objetivo somos nosotros, porque cada Camino es un mundo y cada persona un universo irrepetible...
... y porque sólo lo que vale, cuesta.
Por todo eso, camino en paz, camino solo o en compañía, lejos o cerca, en pos de algo o siendo señuelo para algo, pero eso si, camino en total y absoluta libertad, sin condicionantes, sin prisa, sin objetivo definido, porque cada día es un objetivo nuevo y completo y porque cada paso me acerca más a mí mismo...
Esa incertidumbre, esa duda, ese cosquilleo no tienen precio... son lo más agradecido de cada camino.
Porque caminar es sentirse, vivirse, reconocerse. Porque el objetivo somos nosotros, porque cada Camino es un mundo y cada persona un universo irrepetible...
... y porque sólo lo que vale, cuesta.
Por todo eso, camino en paz, camino solo o en compañía, lejos o cerca, en pos de algo o siendo señuelo para algo, pero eso si, camino en total y absoluta libertad, sin condicionantes, sin prisa, sin objetivo definido, porque cada día es un objetivo nuevo y completo y porque cada paso me acerca más a mí mismo...