Esta es la transcripción de las palabras que acompañan a un Video. Su autora es Edith Checa. No se trata de un copio y pego... es un trabajo de transcripción palabra a palabra... el contenido lo merecía. Es mi hora mejor gastada de los últimos tiempos. Disfrutadla si es vuestro gusto...
"Un peregrino me dijo una vez que el Camino de Santiago es como la propia vida: tal y como te enfrentas a él. así te enfrentas a tu vida.
Pronto comprendí que era verdad, que el Camino ofrece la posibilidad de conocerse a fondo...
Tienes tiempo para reflexionar sobre la propia existencia, sobre la vida y la muerte.
Iba llena de ilusión; la Naturaleza me ofrecía todo lo deseable: aromas extasiadores, trinos de pájaros, aldeas preciosas, árboles, bosques, ríos, cementerios recoletos y silenciosos donde no da miedo que te entierren, corredoiras sombreadas donde refrescarse, donde a la luz le dan permiso de entrada, y entra, y juega entre las sombras para que sonrías, para que contemples y medites sobre la Creación, sobre el creador, sea quien sea, se llame como se llame, esté donde esté...
... y es cuando encuentras lugares creados por el hombre para rezar... y rezas, al creador, y a la Madre Naturaleza, por tí y los tuyos, por todos... y te sientes feliz porque has logrado llegar al lugar exacto donde deseabas llegar.
El nuevo día te hace reflexionar sobre la anterior jornada vivida, y las que te quedan por vivir, y te preguntas: ¿Cómo me he enfrentado al Camino en el día de ayer? y te reconoces en el Camino como en la vida, tal y como te enfrentaste al principio de tu propia vida, con alegría, con ingenuidad, incluso con un poco de miedo quizás al no saber tus limitaciones, pero con tanta ilusión que nada parece que vaya a fallarte...
Cuando la jornada se hace pesada, larga y dura, cuando comienzas a sentir el cansancio real, el dolor real de tu cuerpo por el esfuerzo, y logras llegar a un sitio donde dormir, donde darte una ducha, aunque sea escasa y fría, es cuando te das cuenta de lo poco que hace falta para ser feliz...
El Camino de Santiago podría llamarse también el Camino de los Cementerios. Cada aldea por donde cruzas tiene el suyo, por lo que no puedes dejar de pensar en la Vida y en la Muerte. Te preguntas por qué estamos aquí y por qué tenemos que morir, al menor por qué morir cuando aún no ha llegado la vejez, y puedes llegar a conclusiones como que después de esta Vida tiene que haber algo más.
En la Naturaleza, en el Universo, nada se destruye ni desaparece, sólo se transforma. ¿Por qué dudar entonces en si nos convertiremos en NADA, o nos transformaremos en ALGO?...
Pero tenemos miedo, y estamos muy agotados; a veces sentimos que el Camino es un Calvario, y que no podrás llegar al destino...
Pero, por fin, la contemplación, el silencio interior, hacen que consigas reflexionar y que algo que escribiste hace tiempo, se cumpla :
"Debo partir hacia algún lugar, donde la intensidad de esta luz de amapolas y trigo no me inunde de sueños inalcanzables y enarbole quimeras que luego son llagas que lloran encuentros inasibles...
Debo partir hacia algún lugar donde el rumor de oleaje del dios azul no me cante con voz de lluvia y ronca tormenta, y me embelese con su dulce balanceo de vals enamorado...
Debo partir hacia algún lugar donde el juego y el ritual de la Naturaleza apasionada no me invada del aroma de unos besos, que luego serán pompas de jabón efímeras en mi aire solitario...
Debo partir hacia algún lugar de umbría fresca, donde sólo me rodee el silencio y el tiempo enamorado, un lugar recóndito donde la vida transcurra sin avisos ni señales equívocas...
Debo partir, debo partir... hacia dentro..."
En el Camino, podemos hacer muchos amigos, pero también podemos perder al que va con nosotros.
Es hora de soltar amarras y de navegar solos... y lo haces. Es cuando te das cuenta que antes, acompañado, estabas más solo que ahora que estás solo...
Otras veces, encuentras amigos que pudiste tener, pero se quedaron en el Camino, murieron en él, ya no te cruzarás con ellos, ya no te alcanzarán o les alcanzarás... Aún así, al pasar junto a sus botas, le dices en voz alta: ¡Buen Camino!
Durante días te has sentido lejos del hogar, pero ahora te das cuenta de que tu hogar está donde tú estás, y de que lo has llevado a cuestas como el caracol lleva su casa a todos lados...
Entonces, sabiéndote tu propio hogar, te sientes feliz... y casi cores para llegar al destino...
Y llega la hora... estás muy cerca; el dolor y la fatiga son casi insoportables, pero estás en la Ciudad, has llegado a Santiago. Te habrías quedado para siempre en la Naturaleza, pero esta es tu realidad, y estás aquí para cumplirla.
El sueño cumplido se materializa en esta Ciudad, en sus gentes, en el Apóstol al que visitas aunque tengas que esperar colas... Ya nada te molesta y si te molesta aguantas, las colas, el frío, el cansancio, los dolores, la aglomeración en la iglesia...
... estás exhausto, pero feliz. Vas a abrazar al Santo Apóstol, y llevas colgadas el pecho una concha por cada uno de tus seres queridos. Y sobre todo llevas tu concha, la que has tocado todo el tiempo, para que te diera fuerzas y no desfallecer...
Ahora paseas. Te regocijas en tu proeza porque para tí, dadas tus circunstancias, lo ha sido. Y reflexionas sobre cómo te has enfrentado al Camino, porque así sabes cómo te enfrentas cada día a tu Vida, o cómo debes enfrentarte para conseguir lo que deseas de corazón...
Y te das cuenta de que tienes fuerza de voluntad, amor a la Naturaleza, Amor al prójimo, amor a tí mismo... tesón, fe, ilusión, esperanza... y que con ese cóctel, puedes llegar a donde te propongas...
Te has dado cuenta de que puedes crear tu hogar con las cuatro cosas que llevas en tu macuto... y sabes que, cuando llegues a casa, todo te parecerá excesivo y superfluo... aunque no lo desecharás, todo lo contrario: disfrutarás de tu ducha, que antes te parecía que echaba poca agua; de tu cama, que antes te parecía pequeña; de tus muebles, que antes te parecían pasados de moda e incómodos; de tu familia, que antes sentías que te incordiaba, y ahora los amas con toda tu alma...
Y estarás entonces deseando irte y abrazarlos, comenzar tu vida de nuevo, porque hay un antes y un después del Camino... y te haces propósitos: Cuando llegue a casa... pero, ya estoy en casa... soy yo, mi casa...
Gracias, Edith Checa, por leernos tan bien y por poner palabras a tantos sentimientos, gracias.
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