Soplan vientos materiales sobre el Camino. Algunos nos quejamos, entre nosotros, de la excesiva inmediatez, materialidad, que se respira, de la falta de un mínimo de trascendencia, de mirar un poco más allá de solucionar el tema del descanso, la comida y los kilómetros más o menos.
Evidentemente, los tiempos son los que son, pero este Camino, todos los que nos involucramos en él, se merecen un punto más de... ¿espiritualidad, trascendencia? No sé, llamadlo como queráis, pero no estamos hablando de una simple ruta de senderismo, de una moda efímera, de un negocio floreciente ni de un pretexto para que politicastros sin más horizonte medren a sus anchas...
Creo que estaréis de acuerdo en que todo eso se queda cojo si no le añadimos un componente más intangible, un impulso menos cuantificable, pero evidente, sea el que sea, un ansia diferente de aprender, de ir más allá de nuestro quehacer diario, de búsqueda interior y exterior... de "iniciar" un nuevo sendero para nosotros y nuestras vidas.
Y es aquí donde nace la vía de la inciación, profunda o ligera, pero inciación al fin y al cabo. Perdamos pues el miedo a ese "palabro" tan inquietante y lancémonos a buscar salidas a nuestras inquietudes...
De viejos papeles extraviados, nunca olvidados, se escapa esta idea un tanto "peregrina" de un Camino ¿iniciático?
"Son infinitas las interpretaciones que se hacen de la Ruta Sagrada que nos lleva al confín de Occidente, al "Fin de la Tierra", nuestro Camino a Santiago.
Dependiendo de las ideas imperantes en cada época, del origen de losperegrinos, de la íntima motivación que los impulsó a emprender su peregrinación, cada uno de ellos da una interpretación diferente a su experiencia. Todos nosotros podemos dar constancia de la diversidad de opiniones que mantienen los peregrinos y cómo, en algunas ocasiones, hablando entre unos y otros, nos asalta la duda de si estaremos hablando del mismo lugar, o incluso del mismo tema.
Y ésto es así porque hay un Camino para cada Peregrino. Y es precisamente esta enriquecedora diversidad la que debe animarnos a compartir con los demás nuestras experiencias personales, para poder obtener entre todos el mayor provecho posible a nuestro esfuerzo.
Animado con esta perspectiva, os propongo una humilde interpretación fruto de mi experiencia de caminante: el Camino como "regalo inciático".
Tradicionalmente se contemplan en todas las iniciaciones tres etapas imprescindibles: una primera etapa de aprendizaje, de adoctrinamiento, a lo largo de la cual se suceden una serie de pruebas que forman parte de la formación misma, y que una vez superadas con éxito, nos conducen a la segunda etapa: la muerte iniciática, interpretada como disponibilidad al abandono de todo lo que significa el hombre anterior, y que, una vez superada, nos lleva a una tercera etapa de resurrección y plenitud, a una existencia nueva encarnada en un hombre nuevo.
Sea cual sea la tradición o el tiempo al que nos remontemos, estas tres constantes se mantienen como eje fundamental en toda iniciación. Así, las encontramos en las tradiciones orientales, en el Islam, en Norteamérica, en Sudamérica, en la tradición y los ritos de los habitantes de la Amazonia, del interior de Africa o de Australia, y, por supuesto, en la Tradición cristiana.
Todas estas tradiciones nos hablan de que el hombre que inicia el Sendero debe adquirir el saber necesario para recorrerlo, debe después pasar por sucesivas pruebas hasta llegar ala prueba suprema de la muerte al ser anterior, y sólo si consigue superarlas y está preparado para ello, accederá al ser nuevo, a la iluminación.
Pues bien, estas tres grandes etapas de evolución las encontramos en la peregrinación a Compostela. El peregrino se sitúa en los Pirineos con toda su carga de incertidumbre, ilusión, temor, dudas y esperanzas acumuladas en su espalda, y se lanza al Camino donde le espera, sonriente, y amable, Navarra, después La Rioja, y van transcurriendo los días acumulando experiencias y conocimiento, como el alumno al principio del curso que va adquiriendo seguridad a medida que va superando las evaluaciones. Si se ha caminado atento, si se ha aprendido la lección, día a día, podrá enfrentarse a lo que va a venir...
Esta etapa nos conduce hasta las puertas del Santuario de San Juan de Ortega, ya en la provincia de Burgos, donde el Camino cambia de signo. No en vano, la muerte ya está al acecho y nos espera,como nos indica la presencia del sepulcro del Santo constructor, al borde mismo del Camino.
A partir de aquí, las pruebas que esperan al caminante van aumentando en dureza. Tendrá la sensación de ir descendiendo al fondo de un pozo, cuya travesía debe efectuar sin más horizonte que la línea plana del cielo y la inmensidad dela tierra.
Es el momento de la soledad, del abandono, de hacer balance de lo pasado, y de enfrentarse a la gran decisión de dejarlo todo todo atrás y preparar el gran salto.
Las tierras de León le recibirán y le conducirán hacia la otra orilla del pozo, una vez traspasados los montes de Astorga, dejando atrás el Valle del Silencio, a través del Bierzo, donde ya se esboza la sonrisa y la esperanza.
Comienza entonces la última etapa, la etapa de resurrección y de plenitud, que pondrá al peregrino, atravesando las tierras gallegas, investido de su nuevo ropaje y reencarnado en un hombre nuevo, cara a cara con la Gloria, en Compostela y, unos pasos más allá, frente al Fin de la Tierra, el principio de una nueva existencia...
Por tanto, nos encontramos ante una experiencia de iniciación que cumple con todos y cada uno de los pasos requeridos. Y, además, está aquí, al lado, al alcance de casi todos, sin tener que marchar a las Cruzadas, sin tener que abandonar las tareas del mundo e ingresar en una orden monástica, sin necesidad de vender la hacienda y distribuírla entre los pobres, sin requerir recluírse en una cueva del desierto como un eremita...
Solamente hay que querer, atreverse y poder. Es un gran regalo para el hombre actual, aquí y ahora.
El Camino siempre está ahí, esperándonos. Es un gran "regalo inicIático".
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Hola Ramón,
ResponderEliminarme gusta que no hables con nostalgia de un Camino que se ha perdido. Sería demasiado sencillo y bisoño agarrarnos a sentimentalismos y arcadias perdidas.El Camino está más vivo que nunca!!!
El Camino es hoy en día más prueba, más reto, más aprendizaje, más (en tus propias palabras) "regalo iniciático". Porque ahora más que nunca es más personal e intransferible, justo ahora que más mercantil se ha tornado es más fácil descubrir a los puros, a los justos, a los que realmente necesitan un Camino y lo aprovechan, lo disfrutan y sobre todo lo comparten.
Hace tiempo me enseñaste algo que en su momento no comprendí pero que a día de hoy es dogma en mi vida: que hay artes, conocimientos, placeres o bellezas que no están hechas para las mayorías. Que el acceso a determinados conocimientos de las masas embrutecen y estropéan la mística, la magia y la fuerza que desprenden.
Tranquilidad, calma, reposo. Sentémonos junto al camino a ayudarles a todos. A los que lo sienten y a los que simplemente no tienen otro sítio en el que pagarse las vacaciones. A los que se encuentran y a los que vienen atraidos por algún librillo de un autor menor.
Que hagan albergues, carreteras, que cobren por todo, que las escalas y las etapas las marque un secretarucho desde un suntuoso despacho de la delegación de gobierno o de la consejería de cultura. Da igual, lo intentan y con ello embaucan a muchos, a miles, a la mayoría.
Pero no a los que saben que una vez echas a andar sólo Dios sabe por dónde se dirigirán tus pasos. Sólo la voluntad de lo divino y de tu corazón te va a llevar en el momento justo en que todo ocurrirá porque eso es justamente lo que sucede en el camino.Nada es casualidad ni forma parte de un caótico devenir. Todo está escrito, todo es historia y todo está preparado para que desde lo inmemorial miles de hombres y mujeres se hayan sentido atraidos por el Finis Terrae, el ocaso, la muerte del sol y de la vida.
¿Cuando ha importado viajar para ver la tumba de un apóstol o la de un hereje? ¿Cuándo hemos tenido que elegir entre Santiago el Mayor o Santiago el Menor? ¿Entre el Zebadeo o el Alfeo? Nunca, porque nunca nos ha importado. El magnetismo de Compostela ha impulsado voluntades desde mucho antes en busca del Ara Solis. El numen de una conciencia colectiva que durante siglos ha magnetizado voluntades y esfuerzos.
Muchos han sido los altibajos del Camino. Altos, para mí son los momentos en que más desapercibido pasa, cuando más íntimo se torna. Bajos es cuando más millones de incautos lo afrontan. En bicicletas, autobuses y grupos de catequistas. Pero todos pasan y sólo el Camino queda. El Camino y los hospitaleros como quedarán gentes del temple como Tomás, como quedará un rinconcito en Villafranca donde calentarse y con suerte tomarse un chispacito con un buen amigo.
El Camino siempre resurge porque nunca se ha ido Y gracias a gente como tú el Ave Fénix levanta el vuelo todos los días... el Ave Fénix que nos enlaza con las otras entradas de tu blog sobre el sueño de un hombre de construir un jalón de paz en la ruta. Mientras un peregrino eche a andar habrá camino. Mientras tenga un jergón en que recostarse y un caldo que echarse a los huesos habrá Camino.
Un beso muy fuerte, sé feliz...y buen Camino!!
J Ignacio