jueves, 12 de noviembre de 2009

De sincronicidades, de decepciones y de gozos...

La tarde es de las que engañan: fuera, el sol luce claro, limpio, el cielo azul intenso, pero las sombras de las hojas en el interior del salón danzan una muñeira incesante, locas, sin freno. El viento, fino y sutil, trenza su melodía contra los cristales… hace mucho frío, o lo parece.

Las persianas de los ojos tienden a caer. La música monótona y minimalista de Wim Mertens limpia y rellena la casa, el olor a sándalo impregna cada rincón, todo está preparado para recibir a quien quiera venir…

Abro un nuevo libro; primera página, primeras palabras:

¡Katalintxe! ¡Katalintxe!

Dos golpes rotundos en la puerta me sacan del incipiente sopor que se estaba apoderando de todo yo.

Calzo los zuecos y acudo a la puerta. Al abrirla me encuentro a:

¡Hola, soy Katrina!
¡Hola Katrina, soy Ramón!

Primera sincronicidad.

Le hago gesto de entrar en la casa y allá que va. Es muy menuda, de edad madura, una de esas madres alemanas de hijas alemanas más grandes, más… típicas. Sonríe abiertamente y se lanza a abrazarme así, sin más. Pues bienvenido sea el abrazo.

Cierro la puerta ante la ventolera que se cuela escaleras arriba y suena de nuevo el aldabón: TOC – TOC.

Abro y aparece una alemana típica: joven, rubia, muy rubia, alta, muy alta, más… “teutona” que la otra, ya sabéis.

La invito con el gesto a pasar y ya estamos con los trámites administrativos: sellado de credenciales, preguntas de ¿cuánto cuesta?; ¿qué?; dormir; pues depende de lo cansadas que vengáis; nada mujer, no cuesta nada, si queréis contribuir a la marcha del Albergue ahí tenéis un bote; gracias; a vosotras…, tienes un lugar muy bonito; claro, vivo en él; y la música es buena; si, la elijo yo; y huele muy bien…

Suben a la habitación y se asombran de la vista de Fisterra, y les señalo el Faro, el fin de su camino. Les prometo que esta noche lo verán encendido y que les guardará su sueño.

¿Qué les preparo para cenar? Son alemanas… una buena sopa caliente y salchichas cocidas con arroz y queso… sí, creo que será una buena cena.

Ya duchadas y con ropa cómoda bajan y les comunico que cenaremos a las ocho, si les parece bien. Se miran divertidas: -Creíamos que hoy no comeríamos, tenemos una tableta de chocolate pero no pensábamos bajar al pueblo. –Pues ya veis, no hace falta, tenemos de todo.

Las dos vienen desde Roncesvalles, cada una por su cuenta. Han venido coincidiendo varios días a lo largo de todo un mes, pero nunca han hecho propósito de caminar juntas. Y el destino ha querido que se encontraran el penúltimo día, frente al Fin de la Tierra, al final de su aventura, de su búsqueda…

Katrina habla un poco castellano, ha vivido dos años en Canarias, y eso facilita la comunicación. Su mirada es dulce, una preciosa mezcla de bondad y tristeza… Habla mucho durante la comida, se la nota una necesidad de comunicar, de expresarse… Renata mira, escucha, observa, asiente, sonríe tímidamente y se ruboriza constantemente si te diriges a ella.

No están contentas… hasta ahora. Su camino ha sido duro, solitario, un tanto triste, esperaban más comunicación, creían que encontrarían más alemanes y no han hablado casi con nadie. Aún así todo les ha parecido hermoso, todo… excepto algunas actitudes de la gente, piensan que los peregrinos no son bien recibidos en algunos lugares… Las dejo soltar, escucho atentamente y las invito con la mirada a que se abran, a que me cuenten. Y rompen los velos y se muestran tal cual se sienten en su interior, decepcionadas, llegan al final de un camino que tanto les prometía y no han encontrado a las personas… -Bueno, eso tiene remedio – les digo.

-Habladme de las personas- les propongo- seguro que habéis encontrado alguien interesante, que os haya dejado huella.

Primero tímidamente, después con más soltura, me hablan de Luisa, de Agés, de Grañón, de Jato, de Marcel el de la Faba, de Tomás, de… ¡Caramba! y no habían conectado con la gente… Ellas mismas se dan cuenta de su contradicción y rompen a reir. ¡Es cierto! ¡Nos ha ido muy bien, y hemos conocido a mucha gente buena, y hemos aprendido mucho…! Entonces les hablo de mi eterno proyecto de escribir no sobre los pueblos ni los kilómetros, sino de las gentes del Camino, de hacer una guía humana del Camino y me animan a ello, creen que es lo más importante. Y Katrina insiste en que además no me olvide escribir de mí. –Pero hija, estamos hablando de gente importante, de gente que permanece en la memoria de los demás… -Pues por eso, por eso, -insiste.

Al hablar de Marcel le pregunto cómo está. Me dice que en breve irá a la India. -¿Tú has ido a la India? – me suelta de repente. –No… todavía. Me interroga con la mirada y le cuento uno de mis mayores secretos. –No iré a la India como turista. El día que vaya a la India, será para no volver, allí terminaré mi vida… -¿A dónde irás? –A Benarés, y allí acabaré. – Pues qué bueno que aún no has ido, así te tenemos aquí, con nosotras…

En ese momento me doy cuenta de que la música que suena es de shitar, armoniosa, eterna, y que un dulce olor a sándalo y nenúfar llenan el ambiente.

Segunda sincronicidad.

Katrine entonces me resume su Camino: ha sido como una “vida extra” dentro de la vida. Yo le digo que tiene que hacer que esa vida “extra” se convierta en su vida ordinaria, que no hay que rendirse ante la dificultad de llevar estas experiencias a la práctica en la vida cotidiana, una vez que se han sentido y que se han hecho realidad… y les hago prometer que lo intentarán y que a partir de ahora todo será más fácil.

Me agradecen con sus mejores sonrisas que las haya atendido, que estuviéra aquí, en lo alto del monte, con esta preciosa casa abierta esperándolas. Ahora ya su Camino tiene sentido, han recorrido con el pensamiento cada uno de los días que ha durado, han recordado cada buena palabra recibida, cada gesto amable, y ya todo tiene otro color… labor cumplida. Yo les recuerdo que ellas y todos los que son como ellas son la razón de que esté aquí, y a mi vez les agradezco que hayan elegido este lugar para descansar y su compañía esta noche.

Al despedirlas esta mañana, ambas me han abrazado con fuerza… y en el libro de Peregrinos han aparecido escritas estas palabras:

“Lo más importante son los hombres que escuchan sus corazones…
su corazón es como una estrella que da luz a la tierra…” Hilde Domin.

Respecto a “JAMAS”

“Jamás es una palabra demasiado contundente para ser cierta. Nadie está realmente seguro de lo que dura “jamás” porque nadie ha vivido tanto. Tranquilo, el tiempo siempre acaba por ordenarlo todo”.
Alonso de Salazar y Frías. Inquisidor Mayor de Logroño, apodado “El abogado de las brujas”

He dado la vuelta al reloj de arena… y que salga lo que tenga que salir.

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