miércoles, 18 de noviembre de 2009

De vuelos, miradas, repeticiones y ... ¿sumar?

Mirada de Dragón

Aunque los dragones saben mucho, siempre tienen una mirada llena de asombro. Se asombran de las cosas que no conocen y de las cosas que conocen. A todo lo que conocen lo miran con ojos nuevos cada día y, si la mirada es nueva, las cosas son diferentes. Entonces se sorprenden de que haya tantas cosas nuevas en el mundo y les parece hermoso conocerlas.

—¡Qué hermosa flor! —dice un dragón negro.

—¡Muy hermosa! —contesta otro—. Es parecida a la que estaba ayer en este lugar.

—Sí, pero la que vimos ayer era cuando el sol estaba alto; ésta, con un sol de atardecer, me parece más hermosa.

—¡Qué hermosa flor! —dice el mismo dragón al amanecer del día siguiente.

—Sí —contesta el otro—. Muy parecida a otra que ya vimos. Pero con los rayos del sol del amanecer ésta es más linda.

Y vuelan hasta las montañas más altas, ésas donde las nieves están desde el primer día del mundo, contentos por haber descubierto una flor nueva.

Entonces un dragón le dice al otro:

—¡Qué hermosa montaña! ¡Tiene toda la nieve del universo!

Y los dos sobrevuelan en grandes círculos el pico de esa montaña que acaban de descubrir y que ya sobrevolaron mil veces.

Gustavo Roldán.

Este precioso cuento del cuentista argentino me sirve para reflexionar sobre lo grandioso, lo especial de ver las mismas cosas una y otra vez con ojos diferentes, con ilusión y expectativas diferentes ...

Algo así me sucede cada vez que pienso en nuestro Camino, mi Camino.

Aparentemente no tiene sentido caminar una y otra vez por terreno conocido (¿conocido? si, si ...), en volver a pisar los mismos caminos una y otra vez, en repetir paradas y etapas, paisajes y pueblos, una y otra vez, una y otra vez ...

Pero es que no es así. Es que no es lo mismo nunca. Es que los nombres de los lugares permanecen, pero los días no son los mismos, yo no soy el mismo nunca, la luz que llega a mis ojos nunca es la misma, sólo se parece ... a veces.

Muchos amigos me hablan de otros caminos, Norte, Primitivo, Plata, Mudéjar, Lana ... y mil más que se nos ocurran. Mi Camino es el Francés, amo a este Camino, y no me veo en otro.

Pero es que yo, como los dragones, no veo nunca lo mismo, es que para mí siempre cada día es diferente, como en lo que muchos llaman la vida normal (como si caminar fuera anormal) a mi me gusta sumar, sólo sumar. Es que como dice Fito, no se restar, ni quiero aprender nunca.

Por eso vuelvo, y estoy, y vuelvo, y ... y siempre es diferente, siempre hay algo que aprender, algo que repetir, algo que dar, algo que sumar ...

1 comentario:

  1. Ramón (ya se tu nombre), qué razón tienes en este comentario. Mis tres Caminos han sido también por el Francés y he sentido que las vivencias son diferentes cada vez.

    Sé que tras aquella curva está ésto o aquello. Se que antes de Bercianos está la lápida de Manfred Kress, pero cada vez que llego a este punto rezo mi oración por su alma como si fuera la primera vez. Me ocurre lo mismo en muchos, muchísimos lugares. La diferencia es que el estado anímico, la luz, mi cuerpo y mi mente son distintos.

    Sabes que estoy pensando en hacer el Primitivo en 2011? Pues tengo dudas. Como a ti me gusta el Francés y cuanto de bello tiene, especialmente en primavera que es cuando mas me gusta.

    Coincido con tu valoración.

    Javier

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